jueves, 29 de diciembre de 2011

Dos años de vacaciones





Hace casi dos años que no escribo en este blog… pero al menos sí he estado contestando sus preguntillas que me llegaban al correo personal.


Ya ni sé por dónde empezar, pues tal cual la novela verniana, estos “dos años de vacaciones” de mi escritura bloguera han estado marcados por muchas aventuras, cambios y cumplimientos de muchas metas. Sólo con el propósito de ponerlos al día (pues muchos me han hecho esa pregunta) aquí les va un súper resumen de mi vida:


- ¡Ya soy ciudadana Australiana!!! A mediados del 2010 presente mis papeles, di mi examen de conocimiento general sobre la historia, política y cultura australiana (¡sí, se tiene que dar un examen!) y participé de una ceremonia express que de casualidad se dio ese mismo día (normalmente uno debe de esperar hasta que se realice la ceremonia en tu distrito y pueden pasar meses). A los pocos días apliqué al pasaporte australiano y ya estaba lista para viajar por primera vez como una Aussie, ¡sin necesidad de visas ni trámites engorrosos!


- En diciembre del 2010 visite Perú después de 4 años: aprovechando que los tiempos eran mejores, viaje a Perú (con unas paraditas estratégicas en Montreal y Nueva York). La verdad que después de tanto esfuerzo y trabajo, me merecía esas vacaciones y poder ver a familiares y amigos… la pasé genial!


- Al regresar de ese viaje, en el trabajo me dieron un contrato permanente con mejores condiciones. En Australia, cuando eres empleado permanente, y sobre todo en empresas como Origin Energy, que cuida mucho al empleado, uno tiene muchas más oportunidades de crecer profesionalmente y una relativa estabilidad laboral. Las otras opciones de empleo son la de empleado temporal (que te pagan sólo por horas trabajadas, sin derecho a vacaciones) o la de empleado contratado (mi anterior estatus) que básicamente tienes muchas de las gollerías del empleado permanente pero para continuar en la empresa te tienen que renovar el contrato, entonces no tienes tanta estabilidad.


- Gracias al trabajo fui a varias conferencias, seminarios y seguí algunas de certificaciones relacionadas con Gerencia de la Información, Gerencia de Cambio, Redes Sociales, Communicationes y Gerencia de proyectos.


- Conocí nuevos amigos, me divertí mucho en paseos, viajes, fiestas temáticas, espectáculos y conversadas hasta altas horas de la noche. Para el migrante, el grupo de amigos se convierte en tu familia, y en estos años me acerque a personas que considero ahora mi familia y me aleje de aquellas que en vez de sumar, restaban.


- Me enamoré y desenamoré un par de veces. Debo reconocer que hasta utilicé métodos ultra(post)modernos para conocer gente como el “speed-dating” y “online-dating”. En la mayoría de los casos fue un experimento antro-sociológico interesante, que ya explicaré mejor en otro post. Sin embargo, sigo pensando que la mejor forma de conocer a alguien es a través de conocidos o en lugares que reúnen personas con intereses comunes… pues tienen mejores filtros que estos sistemitas :P


- Mi mami me visitó en mayo de este año y tuve la oportunidad de enseñarle Adelaide, a mis amigos, mi trabajo. Aunque fue por sólo semana y media, las dos la pasamos súper. Ahora cuando hablamos por teléfono, ella ya tiene referentes visuales J


- A finales de setiembre de este año me regalé un viaje por Europa: Madrid, Toledo, Barcelona, Toulouse, Paris (por segunda vez), Brujas y Londres. OHMYGOD! Uno de los mejores viajes que he hecho. Por más que viaje sola, me fui encontrando en cada ciudad con familiares y amigos que no veía hace mucho tiempo (me dio pena no encontrarme con otros, pues por el tiempo no me fue posible). También fue una inyección cultural extraordinariamente motivadora, que ahora hace mella en mis ganas durmientes de vivir en una gran ciudad cosmopolita… En resumen, cada ciudad que visité fue espectacular, pero sólo les digo… “Londres: nos volveremos a ver en breve!!!”


Hoy, me encuentro haciendo un recuento de todo lo vivido en estos dos años de no poner al día este blog. En conclusión me siento agradecida y orgullosa de todo lo vivido y aprendido, gozado y sufrido, soñado y logrado.


Hace dos años me preguntaba si es que migrar valía la pena, si valía la pena tanto esfuerzo. Dos años después puedo afirmar que sí. El camino no fue necesariamente fácil de seguir, pero al hacer este recuento sólo puedo acordarme de lo logrado y no de los tropiezos… quizás porque sin esas caídas no hubiese podido conseguir lo que tengo ahora.


Hoy siento que he cumplido muchos objetivos (inclusive ante mi misma sorpresa), pero aun el camino no ha terminado…. No sé que pase mañana, sólo sé que aprovechando el fin de año es hora de nuevos cambios y replantearse objetivos olvidados… pero no se preocupen, que los mantendré al tanto…



¡FELIZ AÑO!




¡ESPERO QUE EN ESTE 2012 TODOS SUS SUEÑOS SE LES CUMPLAN!

martes, 13 de abril de 2010

Despues de la lluvia... Siempre sale el sol!



La vida del migrante no es fácil.

La persona que decide dejar su país para buscar nuevas oportunidades en otra nación tiene que tener cojones -disculpen la palabra- para renunciar al confort de su país, de estar rodeado de sus familiares y amigos, de sobreentender las reglas escritas y no escritas de la sociedad en la que nació, para sumergirse en un mundo nuevo, incierto y muchas veces inhóspito.

Sea cual sea la razón por la cual decidió migrar, sea cual sea el período por el cual uno decide viajar a un nuevo país… siempre va a ser difícil. Me lo van a decir a mí…

Decidí salir de mi querido Perú porque sentía que no tenía hacia donde crecer profesionalmente. A nivel personal también estaba cansada de ver a la misma gente, de salir a los mismos lugares, de sentir que me ahogaba al dar vueltas en una estructura social que carecía de sentido para mí. No es que menosprecie a mi gente, al contrario amo a mi gente con locura, pero en ese momento, a principios del 2005, me encontraba en un estado emocional que me gritaba: “Claudia, necesitas un cambio… y YA!”.

La idea de hacer una maestría siempre estuvo dentro de mis objetivos personales, entonces cuando se dio la oportunidad de estudiar en Australia, con todas las ventajas que ofrecía este hermoso país al estudiante internacional, no lo pensé dos veces. Bueno… tuve que maquinar la estrategia para financiarme mis estudios (que no fue fácil, tanto así que hasta el día de hoy me persigue ese karma), pero al estar tan decidida a irme, las puertas se me fueron abriendo, toditas, como si el universo me estuviese diciendo “Si Claudia, tienes que irte y YA!”.

Los primeros dos años de mi vida en Australia estaba tan concentrada en mi maestría, en gozar la experiencia de ser una estudiante internacional, de conocer gente y culturas nuevas, que el trabajo de entender una ciudad que me hospedaría temporalmente hasta que terminasen mis estudios, fluyó naturalmente. Obvio que me costó entender la cultura australiana, pues en nuestros países tenemos claros referentes, a través del cine y la televisión, de la cultura norteamericana y hasta de la europea… pero de cómo son estos locos maravillosos… nada!

Pero bueno, con una curiosa paciencia y mucho buen humor me iba acostumbrando al acento masticado y sus graciosas jergas, a lo igualitaria de su sociedad, a lo importante que es el alcohol en la vida social y profesional (por ejemplo, me impresionó que al final del semestre todos los profesores se aparecían en la última clase con cajas de vinos y bocaditos para celebrar el fin de ciclo… ¡dentro de la universidad! –la cual tenía dos bares adentro, por cierto), a sus animales tan insólitamente raros, a lo extremadamente caro que era todo, a caminar tranquila por las calles pues NADIE me iba a robar o gritar vulgaridades, a tener que mirar al lado contrario de la pista para no ser arrollada por los carros, al pintoresco y sarcástico sentido del humor de los aussies, a que el trabajo no es lo más importante en la vida... sino pasarlo bien… ¡NO WORRIES MATE!

Pero esa luna de miel entre Australia y yo terminó cuando decidí cambiar mi estatus de visa a la de residente, pues ahora sí estaba sola en esta maravillosa isla-continente, y me las tenía que ver por mí misma. Tuve que entender que era diferente por ser latina en un país donde muy poco se conoce sobre nuestra cultura, sobre nuestros países, sobre nuestros valores, sobre lo emprendedores que somos (la política migratoria australiana otorga visas normalmente a estudiantes y profesionales jóvenes, quienes generalmente en sus países ya tenían calificaciones y experiencia laborales que impresionaban en sus mismos países.). También tuve que entender que por mas nivel avanzado de inglés que tuviese, por más que había acabado una maestría en comunicaciones en una prestigiosa universidad australiana, al presentarme a una entrevista de trabajo siempre se ponía en duda mi capacidad como comunicadora pues mi acento me delataba como foránea.

Pero terca como una mula, pues ya estaba decidida a sacar mi residencia -y hoy a sacar mi ciudadanía- seguí remando el barco, aunque sea con la mano pero seguí remando. A pesar que mi mundo casi se me viene abajo con la crisis financiera global (ver post anterior) pues perdí mi trabajo y no lograba conseguir nada acorde con mi experiencia y calificaciones, hice lo que pensé que nunca haría, pasé por lo que nunca pensé que pasaría, pero al ser migrante y tener mi vida aquí, no me quedaba de otra. Muchas veces pasó por mi cabeza la pregunta de: “¿realmente vale la pena todo esto?”

Debo reconocer q vengo de una familia acomodada de Lima. Lo he tenido todo servidito siempre en bandeja de plata… y si hubiese decidido regresarme cuando todo se fue al piso, probablemente con el orgullo entre las piernas, hubiese podido regresar al Perú y mi familia me hubiese podido apoyar… pero algo me decía que tenía que aguantar un poquito más.

Fue así que entre noviembre del 2008 hasta noviembre del 2009 trabajaba de lo que sea 12 horas al día y algunas horas extras los fines de semana: limpiaba oficinas, trabajaba en un call centre, como data entry, haciendo de mesera, cuidando exámenes, como profesora privada de español… realmente una mil oficios (muchos migrantes se identificarán con esto puesto que es así como uno tiene que sobrevivir en un país ageno).

Una lectora hace unos días me preguntó si es que yo no pasé por alguna depresión… la verdad es que si la tuve ni cuenta me di pues no tenía tiempo para eso. Supongo que el apoyo de mis amigos, las fiestas (pues siempre había platita aunque sea para una botella de 5 dólares de vino), la comunidad latina en Adelaide que, como yo, estaban pasando por circunstancias similares, eso creo que me ayudo mucho a digerir esos tiempos difíciles. Pero con paciencia y buen humor las cosas fueron mejorando.

En diciembre decidí hacer un viaje a Melbourne con una amiga para pasar año nuevo… unas merecidas vacaciones pues habíamos encontrado pasajes y hospedaje baratísimos. Mi situación laboral en Origin Energy, la empresa para la cual trabajo, no se afianzaba como me lo prometían desde agosto… pero la tarde antes de irme a Melbourne mi jefa con lágrimas en los ojos viene corriendo y me dice: “¡Claudia, lo logre, me aprobaron tu puesto! No es permanente, pero por lo menos es un contrato de un año en un mejor puesto y con mucho mejor sueldo” (antes me pagaban por hora trabajada sin derecho a vacaciones o a enfermarme!).

Me fui feliz a Melbourne. Visite museos, salí por la noches a diferentes lugares y hasta me animé a comprarme unas cositas (Melbourne es conocida como la capital de la moda y las compras). A mi regreso decidí mudarme de casa, pues en ese aspecto también necesitaba un cambio, empezar a comprarme muebles, a sentirme más en casa (sobre todo ahora que tenía un contrato por un año).

A partir de febrero del 2010 empecé mi nuevo rol. No es necesariamente lo que pensé en lo que terminaría trabajando, pero la verdad es que me está abriendo muchas oportunidades en esta empresa (me van a capacitar, me dan más responsabilidades cada día, soy la única que lo sabe hacer). A pesar de que me han dado un contrato por un año, el proyecto en el que estoy tiene por lo menos para 5 años más, así que supongo que hay posibilidades de extensión de contrato por más años y de trasladarme a otra ciudad si es que hay la oportunidad.

A mediados de este año aplico a la ciudadanía australiana y posiblemente en setiembre me la estarían dando.
Yeeee! Voy a tener mi pasaporte con cangurito!!!
También a finales de este año viajaré al Perú después de casi 4 años que no veo a mi familia, a mis amigos y a todos esos nuevos restaurantes y lugares turísticos que sólo los conozco por los reportajes que veo asiduamente en youtube. Este año va a ser muy importante para mí, pues ya con la calma después de la tempestad, me siento con la confianza de poder decidir cuál será mi siguiente reto para el 2011, luego de mi viaje a Perú y/o de lo que me ofrezca Australia todo este año en el plano laboral y personal.

Este viaje ha sido uno con altos y bajos, con días soleados llenos de aventuras, con noches frías acompañadas de sendas copas de vino barato maldiciendo el día que dejé mi país, de paseos con amigos a lugares extraordinariamente bellos, de tardes viendo la lluvia caer sobre las ropas recién tendidas, de madrugadas regresando a mi casa haciendo locuras por las calles, de hacer y deshacer maletas, de armar y desarmar muebles, de disparatados malos entendidos por las barreras comunicacionales, de descubrir cómo funciona una lavadora de ropa, de aprender nuevas palabras -tanto en inglés como en español-, de cocinar arroz por primera vez, de pretender saber hablar portugués e italiano, de reconocer quienes eran mis amigos y quienes no, de organizar fiestas, de traducir sin éxito chistes y refranes españoles al inglés, de comer canguro y Vegemite, de hacer pub crawlings, de lograr metas… de vivir mi vida como la quise vivir.

La vida del migrante es difícil, pero es la vida que uno decidió vivir.

Muchas gracias a todas esas personas que me ayudaron a emprender este viaje, a las personas que me apoyaron para que continuara y a todas ellas que estarán conmigo el día de mañana celebrando mis aciertos o tropiezos, con una sonrisa, con una copa de vino en mano, diciendo con fingido acento australiano: “¡No worries mate!”

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hola Mexico - Festival de Cine Mexicano!


Para los amantes del cine latinoamericano, se está realizando en las principales ciudades de Australia un festival mexicano de cine:

  • Sídney: 18-28 de noviembre
  • Canberra: 27-28 de noviembre
  • Brisbane: 1-6 de diciembre
  • Adelaida: 4-9 de diciembre
  • Perth: 10-15 de diciembre
  • Melbourne: 15-20 de diciembre

Algunas de las películas que se mostrarán:


  • SIN NOMBRE
  • IMCINE SHORTS – the best new shorts from Mexico
  • ARRANCAME LA VIDA (TEAR THIS HEART OUT)
  • AMOR, DOLOR Y VICEVERA (LOVE, PAIN & VICEVERSA)
  • OTRA PELICULA DE HUEVOS Y UN POLLO (EGG MOVIE & A CHICKEN)
  • LOS BASTARDOS (THE BASTARDS)
  • VOY A EXPLOTAR (I’M GONNA TO EXPLODE)
  • LOS HEREDEROS (THE INHERITORS)
  • CONOZCA LA CABEZA DE JUAN PEREZ (MEET JUAN PEREZ’S HEAD)
  • OVEGA NEGRA (BLACK SHEEP)

Muchas de estas películas han ganado premios en festivales y concursos cinematográficos reconocidos.

Para obtener más información sobre el festival en los diferentes estados visitar esta página web: http://www.holamexicoff.com/09-AU/index.html

Al menos en Adelaida puedes llamar a la sala de cines (Mercury Cinemas http://www.mercurycinema.org.au/ y comprar las entradas por teléfono.

Yo ya compré para ver 5 pelis!!!

lunes, 9 de noviembre de 2009

No estaba muerta, andaba de… ¿parranda?


Hace casi un año que no escribo.

Me prometí que no sería de esos bloggeros que al cabo de algunos meses terminan por cansarse y no escribir más… pero terminé siendo uno de ellos.

Juré que escribiría al menos dos veces por mes, dependiendo de los temas que se me presentasen o de las anécdotas que me ocurriesen, pues la idea de este espacio era el de aconsejar, a través de experiencias personales, a latinos interesados en venirse a Australia por motivos de migración y/o estudios.

Pensé que luego de pasar por el proceso de aplicación a una universidad australiana y ser aceptada, de mudarme del Perú a Sídney, de vivir como estudiante en Sídney y terminar una maestría, de aplicar a una visa de residencia temporal “esponsoreada” por el estado de South Australia, de mudarme de Sídney a Adelaide y una vez más empezar mi vida de cero, de visitar varias ciudades de este hermoso país, de buscar y encontrar diversos tipos de trabajo, de vivir en diferentes lugares y con diferentes personas, de relacionarme con varios latinos que a su vez han pasado por otras experiencias, me brindarían recursos suficientes como para ser una fuente de información constante. Pensé que tendría el tiempo suficiente para al menos parafrasear noticias relacionadas con la migración, contar anécdotas propias o ajenas, poniéndoles su “salsita más” eso si para no aburrir a la gente… pero la vida otra vez me enseñaría que las cosas no siempre suceden como uno las planea.

Franca y sinceramente, cuando empecé este blog pensé que “ya la había hecho”, pues luego de terminar una carrera en Australia y encontrar trabajo en mi área, sólo tenía que continuar con mi plan e ir escalando poco a poco hasta pagar mi préstamo estudiantil, comprarme mi carrito, mi casita, mi perrito, etc., etc., etc.

Pero creo que ni yo ni nadie se imaginó que se vendría una crisis mundial, que afectaría a quienes –como yo- tenían préstamos en dólares americanos, viviendo en un país donde se ganaba en muy devaluado dólar australiano (
el cambio bajo aprox. de 0.90 a 0.60 ). Sumado a eso, la empresa para la cual trabajaba hizo “redundante” a más del 50% de los empleados, y al deshacerse el departamento de Marketing, fui invitada cordialmente a salir de la empresa. Como yo sospechaba que la cosa no andaba bien, desde mayo del 2008 empecé a buscar trabajo sin suerte. Ya en setiembre mi jefe no pudo pagar más mi sueldo así que tuve que salir de la empresa.

De pronto me quede sin ingresos, no contaba con ahorros pues más de la mitad de mi sueldo se iba a pagar mi préstamo estudiantil en Perú, no podía refinanciar esa deuda (consideren bien este ítem a la hora de sacar un préstamo estudiantil), las cuotas mensuales eran altísimas y no quería regresarme al Perú pues me faltaba muy poco para que me diesen la visa de residencia permanente. Al no encontrar ningún trabajo de oficina (aunque no fuese en mi área) empecé a “recursearme” en trabajos de todo tipo. A “cocachos aprendí” que no soy buena mesera, pues varias veces se me cayeron platos, le manché la camisa a un par de clientes y hasta tiré encima del barman una bandeja llena de botellas y copas... un desastre! También hice de babysitter, pero al no tener carro se complicaba el business.

Al final encontré un trabajo limpiando oficinas en las noches que me salvó la vida. Sinceramente nunca imaginé que tendría que pasar por esa experiencia, que dejaría mi país para hacer una maestría y terminaría limpiando oficinas… fue fuerte pasar por eso… pero al mal tiempo buena cara, business son business y… así es la vida del artista hasta que se vuelve famoso!

Y la verdad es que tengo que reconocer que de todos los trabajos casuales ése no es taaan caótico, puesto que no tienes que lidiar con clientes ni jefes, haces tu trabajo tranquilo, puedes buscar trabajo o trabajar durante el día, etc. Eso sí, es un poco cansador, pero yo lo tomaba como un gimnasio que me pagaba, y aparte me ponía mi Ipod con mi música cumbiambera y alucinaba que conmigo no era! Es así como pasé a ser "la keka" de dia y la "kelicienta" de noche... claro que sin principe azul ni zapatitos de cristal!

A mediados de noviembre 2008 encontré un trabajo en el Call Centre de una compañía de telecomunicaciones (
Optus) y “dobleteaba” entre los dos trabajos. Chambeaba más de 11 horas al día pero al menos entraba más platita. También empecé a enseñar español a alumnos esporádicos. Luego conseguí otro trabajo de oficina por un mes. Eso fue en febrero y hasta el día de hoy sigo trabajando para Origin, una de las empresas de energía más importantes de Australia.

Si bien es cierto que aún no estoy trabajando en algo 100% acorde con mi experiencia profesional, tengo que agradecer el estar trabajando para una área e industria súper interesantes y en un proyecto que en algún momento se extenderá por toda la empresa, la cual tiene oficinas en todos los estados de Australia y Nueva Zelanda. Es la primera vez que me siento muy a gusto con las personas que trabajo, con la cultura de la empresa y la proyección profesional que esta empresa te ofrece una vez que eres empleado permanente (yo soy temporal aún).
A pesar de tener una situación más estable, no podía dejar lo de la limpieza en las noches, pues necesitaba trabajar esas 15 horas a la semana adicionales para pagar el préstamo (con el trabajo de día pagaba mis costos de vida en Adelaide). Y así desde febrero del 2009, sin darme cuenta, trabajaba de lunes a viernes de 8:30am a 8:30pm.

Fueron tiempos difíciles, no lo puedo negar, pues llegaba a mi casa como a las 9pm… muerta del cansancio y tenía que limpiar la casa, cocinar, lavar mi ropa, ordenar mi cuarto, hacer las compras, etc. Y también intentar llevar una vida social más o menos activa para que valga la pena haberme mudado a este lado del mundo ¿no?

Lo que no les he contado aún es que como esta vida es así y no la he inventado yo… resulta que como soy "más salada que pantalón de pescador", las oficinas que yo limpiaba en las noches eran las mismas oficinas en las cuales yo trabajaba de día. Plop. Replop. Recontraplop.

Así es, bien al traje ejecutivo me veían a mi llegando a las 8:30am y a las 5pm, cual Pedro Picapiedra me deslizaba al sótano y cambiaba los tacos por las chancletas (ojotas, sandalias). No niego que me daba un rrrrrroche (verguenza, pena) y estrés cada vez que me cruzaba con algún colega. Siempre intentaba no limpiar en los pisos donde trabajaba de día, pero igual a veces era inevitable. Felizmente tengo personalidad, pero no niego que era un poco incómodo. Claro que para los australianos eso era una cosa admirable, el hecho de tener dos trabajos.

Pero como no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista, afortunadamente las cosas empezaron a cambiar para bien: Me mude a otra casa ubicada muy cerca a la ciudad en un suburbio precioso (North Adelaide) donde mis costos eran menores y la gente con la que compartía casa era muy amiga, en mayo me dieron la residencia permanente (NO SABEN LA ALEGRIA QUE FUE ESO!!!), expandí mi grupo de amigos, me siento muy cómoda en Origin y pareciera que me voy a quedar aquí por un buen tiempo pues cada vez me dan más responsabilidades, etc.
Por otro lado, resulta que cambiaron las reglas en el trabajo de noche y me avisaron que por ley ahora la gente de limpieza puede trabajar como mínimo 4 horas al día, entonces ya no me convenía porque ya iba trabajar demasiadas horas al día. Por eso mismo, además redujeron la cantidad de personas por edificio. Cuando me dijeron que ya no trabajaría de noche, la verdad es que salté de la felicidad pues ya no aguantaba un día mas trabajando tantas horas y haciendo tantos sacrificios a nivel personal. Pero y... ¿ahora?. ¿Cómo pagaría mi préstamo?

En una movida súper rápida, hace unas semanas pedí un préstamo personal en un banco aquí, pues ahora recibiría menos dinero al mes. Al ser residente permanente y haber estado trabajando casi un año en mis dos trabajos pude acceder a este préstamo que me cambio la vida, pues ya cancele mi deuda en el Perú y ahora sólo tengo que pagar cómodas cuotas mensuales en dólares australianos que son muy manejables. El que persevera triunfa ¿no dicen?

Creo que la historia del migrante no es fácil en ninguna parte. La diferencia es que algunos países te dan la oportunidad de “recursearte” y vivir bien haciendo trabajos que en tu país no son considerados ideales o que ni siquiera existen, pero como dicen en el Perú: "al menos te paran la olla".

Si esto me hubiese sucedido en mi país –como alguna vez me pasó cuando trabajaba en la televisión para Papa Upa, quien tenía como hobby no pagarle a sus empleados y despedirlos intempestivamente- no hubiese podido cumplir con mis responsabilidades tan fácilmente. Y por eso agradezco el haber pasado por esta experiencia en este país que, como dice el dicho, lo que no te mata… te hace más fuerte :)

Y por esa razón es que no he tenido tiempo para dedicarle al blog, pero felizmente la suerte ha cambiado y ahora prometo que intentaré llenar de información este humilde espacio, para que latinos como yo, vengan a estudiar o migrar pero con una idea más clara de cómo es la vida en este país continente.

¿Y ustedes latinos que viven fuera de su terruño, también han pasado por algo parecido?


Quien mejor que Tongo y su "Sufre peruano sufre" para amenizar este post!

jueves, 20 de noviembre de 2008

La (in)importancia de llamarse Claudia


Recuerdo que cuando niña me encantaba escuchar a mi mamá contarme que desde que ella era pequeña sabía que tendría una hija a la cual llamaría Claudia. Esa tierna historia, la cual pedía que se me repitiera una y otra vez, siempre me hizo sentir especial… claro hasta que entré al colegio, lugar donde uno termina de formar su identidad, y caí en la cuenta que en mi mismo año habían otras nueve Claudias y otras tanto más en todo el colegio.

De la misma manera, mi papá, típico padre latinoamericano con la herencia de José Arcadio Buendía, quien lleva con orgullo su apellido y abolengo familiar, desde niña me inculcó el amor por mi apellido inprácticamente largo y rimbombante, evocando tiempos en los que su familia vivía en un castillo lleno de criados (que hoy funciona como una asociación de abogados en Lima) y en donde (aparentemente) la mención del apellido “Rodríguez-Larraín” podía hacerle a uno la vida más fácil en mi país.

Reacia a usar mi nombre completo, “Claudia Rodríguez-Larrain Labarthe”, en parte por la flojera de niña que recién empieza a escribir y en parte porque algo en mí se rehusaba a cargar con el historial de las personas asociadas a ese apellido, en un principio osé a usar tímidamente “Claudia Rodríguez” para identificarme. Con el tiempo descubrí que en países latinoamericanos (y quizás más aun en ciertos estratos sociales) es muy importante usar nuestros apellidos completos, por un tema de legalidad (si un documento no lleva tu nombre completo… no te pertenece) y de identidad social (la cultura latina, chismosa y fisgona como ella sola puede ser, necesita situar al sujeto en un contexto social, y los apellidos, son el primer atajo).

Ya en mi adolescencia me acostumbré a llevar mi nombre completo con orgullo, y lo rimbombante de su son se tornó en una tonada que reforzaba mi identidad cada vez que lo nombraba o escribía, remarcando siempre el guión que exaltaba la cualidad de apellido compuesto. Grande fue mi sorpresa al descubrí que mi padre, promotor y defensor de nuestra “alcurnia”, cuando fue a estudiar a Estados Unidos en vez de ser “Felipe Rodríguez-Larraín” se hacía llamar “Phill Larrain” (pronunciado Lorein), en un intento de disfrazar su descendencia latina para sobresalir en un contexto que sospecho era difícil para un doctor peruano en los EE.UU. de los años 60’s.

Lo curioso de todo esto, es que cuando ya me sentía cómoda con mi nombre y apellidos, mis amigos en los últimos años del colegio empezaron a ponerme chapas (sobrenombres) supongo yo porque había que diferenciarme de las otras nueve Claudias y/o porque es muy peruano ponerle apelativos que exaltan alguna cualidad física o de personalidad a los amigos o enemigos. Es así como tuve que acostumbrarme a ser “la gorda Clau”, “gordita” o simplemente “gorda”. En un principio me molestó puesto que me dedicaba fallidamente todos los lunes a empezar una dieta (pues, si digamos que era entradita en carnes) y también porque mi mamá era conocida cariñosamente por todos mis amigos y familiares como la “tía gorda” y yo como típica adolescente quería tener mi propia identidad mientras intentaba diferenciarme del lazo materno-paterno. Al final terminé por aceptar este cariñoso apelativo, y hasta el día de hoy me parece tierno.

Al empezar a trabajar para Iguana Producciones, una productora de telenovelas peruanas, tuve el infortunio de pararme en mi primer día como practicante (becaria) al costado del sonidista “Kike Pacheco”, conocido en ese entonces como “Pachuco”. Al ser los dos gorditos y blancones, inmediatamente un pícaro camarógrafo, que no sabía mi nombre, decidió pasarme la voz diciéndome “Pachuquita, muévete que estás interfiriendo con mi encuadre”. Desde allí en el mundo farandulesco de Cholywood (televisión peruana) me conocen como Pachuca o Pachuquita, tanto así, que cuando recién apareció el Hotmail a finales de los 90's, un asistente de producción me abrió una cuenta con la dirección de
pachuca@hotmail.com (hoy solamente lo uso para msn). Mi papá se horrorizó puesto que según él, al elegir mi nombre ellos intentaron que fuese la única Claudia Rodríguez-Larraín que existiese en el planeta y ahora la niña de sus ojos era conocida profesionalmente con un nombre tosco y grotesco… pero una vez que un sobrenombre pega, no hay manera de despegárselo. A mí me hacía gracia y lo consideré una manera de adaptarme a un mundo tan inusual como el de la televisión.

Algunos años después cambié de profesión obligada por los malos tratos que tiene la televisión peruana con sus empleados (hasta el día de hoy sigo esperando que Astros SA me pague algunos cuantos meses de sueldo de cuando trabajaba en el 2001 en la versión peruana de Quien Quiere ser Millonario), y empecé la aventura de la comunicación corporativa en el Grupo APOYO, donde pasé a ser “CRL”, debido a las siglas de mi nombre, como son conocidos casi todos los empleados que trabajan allí.

Como comprenderán, a lo largo de los años he tenido una larga crisis de identidad la cual pensé cambiaría cuando decidí mudarme a Australia. Ahora yo decidía quién era, cómo me llamaba y no llevaría todas las cargas que uno arrastra en países latinoamericanos ya sea por tradición familiar, aspecto físico o asociación generadas en contextos escolares, amicales o laborales.

Recientemente descubrí que existían otras dos Claudias Rodríguez-Larraín. Creo que una vive en España y se casó recientemente. Eso lo sé porque un día mi mamá me llama alarmada diciéndome si es que era cierto que me había casado y no le había contado. Yo le contesté riéndome que si es que hablábamos prácticamente todos los días, una noticia así, se la hubiera comentado al menos ¿no? Como Lima es un pañuelo, al parecer una amiga de mi mamá recibió de casualidad un mail con la noticia de una CRL que se había casado y mi madre pensó que yo lo había hecho a sus espaldas. Hace unos días, a través de Facebook, me contactó una chica que vive en Toronto que también se llama CRL. Aparentemente las tres somos familia por algún lado (todos los Rodríguez-Larraín en Perú vienen de la misma familia) y tristemente me dí cuenta que no era la única en el mundo.

Más triste fue darme cuenta que aquí en Australia tu nombre tiene poca, si es que alguna, importancia. Hasta el día de hoy cuando me preguntan mi nombre no sé si soy Claudia o Clowdia (como se pronuncia en inglés). Cuando me preguntan mi apellido no sé qué decirles porque sólo Rodríguez es súper complicado de pronunciar para los australianos (Rowdwrigueys) y más aun escribirlo. Siempre tengo que andar repitiendo y deletreando mis nombres. El tema de la legalidad de los documentos que tanto me preocupaba cuando vivía en Perú, ahora no tiene importancia… inclusive algunas veces los australianos piensan que mi nombre es “Claudia Larrain” (pronunciado Lorein, al igual que mi papá cuando vivía en USA… ¡Ahora lo entiendo!), pues piensan que “Rodríguez” es mi “middle name” o segundo nombre, entonces automáticamente lo obvian. Para simplificar las cosas, generalmente me identifico como "Claudia Rodriguez" y me olvido de todo el rollo nominal y emocional.

Curiosamente, todo esa in-importancia de llamarse “Claudia Rodríguez Larraín” me estresa, pero me obligo a pensar que no puedo forzar a los australianos a entender lo complicada que es nuestra cultura cuando de nombres se trata y siempre ando disculpándome de lo largos y complicados que son mis apellidos. A diferencia de USA, Australia no cuenta con una gran migración latina por lo cual no están acostumbrados a los Chávez, Rodríguez, Hernández o López.

Lo que me divierte es cuando me junto con las comunidades latinas y las reglas de los nombres y apelativos se reordenan automáticamente. Con la picardía única de los peruanos en Adelaide y al ver que en el grupo existían más de tres Claudias, al poco tiempo de conocerme me empezaron a llamar “Keka”, evocando al personaje de la teleserie cómica peruana “Pataclaun”. Y es que yo misma reconozco mi parecido con la actriz Johana San Miguel, quien interpreta a la simpática payasita… es más, cuando vivía en Lima, y sobre todo cuando trabajaba en la televisión y andaba rodeada de actores y cámaras, varias veces fui interceptada por cariñosos fans quienes querían que Keka les firmase un autógrafo. Al principio intentaba explicarles de mil maneras que no era yo… pero al final terminaba por tomar el pedazo de papel y con una sonrisa escribir “Con mucho cariño, Keka”.

Hoy por hoy respondo a los nombres Claudia, Clau, Keka, Kekis, tia Keka (como me llaman los hijos de mis amigos en Adelaide), la chata (como me llaman los peruanos en Sydney), pachuca, pachuquita, gorda, gordita, CRL, etc. Comienzo a pensar que tengo múltiples identidades... Ustedes que piensan?

Para los que no están familiarizados con “Pataclaun” o “la Keka”, allí les pongo un extracto de un episodio de esta serie cómica.


miércoles, 29 de octubre de 2008

Una piedra en el camino...



Sé que hace tiempo no escribo… y no ha sido por un tema de flojera, si no porque estos dos últimos meses no han sido los mejores. PERO como desde que decidí empezar este blog, me propuse usar mi experiencia personal para describir la migración de un latino en Australia… en las buenas y en las malas… aquí les va mi relato.

Como lo conté en posts anteriores, llegué a Australia con el objetivo de hacer una maestría. Luego, mientras estudiaba, decidí que sería una buena opción postular a la residencia y trabajar por algunos años aquí, mientras terminaba de pagar mi préstamo estudiantil (que tengo con un banco peruano en dólares americanos) y de paso obtener la residencia permanente en Australia… y por qué no hasta la ciudadanía… proceso largo, si es que tu profesión no está en demanda, como la mía (Ver lista de profesiones en demanda aquí).

Según las leyes migratorias del 2005, mi única opción para poder quedarme era aplicar a la visa 495 (la cual ya no existe… ahora hay una parecida llamada 475). Esta visa es “esponsoreada” por el gobierno del estado de South Australia que te da derecho a residir temporalmente por 3 años en South Australia o Australia regional (ciudades con baja población). Elegí residir en Adelaide, pues es la única capital de estado que es considerada “Australia regional” y donde no te pelas de frío como en Hobart, la capital de Tasmania.

Después de cumplir los 2 años de “sentencia” uno puede aplicar a la residencia permanente (trámite casi automático, siempre que hayas vivido esos años en Australia regional y hayas trabajado a tiempo completo por lo menos un año). Una vez con la visa permanente puedes mudarte de estado y vivir libremente en cualquier ciudad. Al cabo de uno o dos años más puedes aplicar a la ciudadanía y pasaporte australiano.

En enero del 2009 podré postular a la residencia permanente. El trámite demora entre 3 y 8 meses dependiendo qué tan rápido sea tu “case officer”… o sea, más o menos en Julio del 2009 ya podría mudarme a otra ciudad como Melbourne o Sydney, donde hay más trabajo en mi campo.

Sería injusto quejarme de mi desarrollo profesional en Adelaide, puesto desde que llegué siempre tuve trabajo. Obvio que empecé desde de cero, pero siempre sentí que, poco a poco, las oportunidades se iban abriendo y yo iba creciendo profesionalmente.

En ese sentido, no me referiría al “tiempo de espera” para la residencia permanente como una “sentencia” de no ser porque desde hace unos meses Adelaide (y en menor grado, Australia en general) ha empezado a sufrir una recesión económica la cual se ha venido acrecentando por la crisis financiera global (escuchar programa radial australiano analizando la situacion financiera aquí).

Como los departamentos de marketing y comunicaciones son los primeros que sufren bajas en tiempos de crisis, mi puesto fue hecho recientemente “redundante” (junto con el 50% del personal que laboraba en mi empresa) y he formado a ser parte de la creciente lista de desempleados en Australia (chequear nota aquí).

Poniéndole buena cara al mal tiempo, y aprovechando que la empresa para la cual trabajaba me informó de esto con mes y medio de anticipación, empecé a buscar trabajo proactivamente:

  • Postulando a trabajos permanentes: en promedio a 20 puestos por semana
  • Retomando contactos con reclutadoras en mi área
  • Comunicándole a todos mis contactos profesionales y personales que estaba buscando trabajo
  • Finalmente, registrándome con reclutadoras especialistas en trabajos temporales como soporte administrativo (recepcionista, secretaria, digitando data, organizando eventos). A pesar de estar sobre calificada para este tipo de trabajos, las ventajas son múltiples: son mas fáciles de conseguir, te pagan muy bien la hora –entre 21 y 30 dólares por hora-, al rotar en tantas empresas llegas a hacer contactos y hasta te pueden contratar luego en algo relacionado con tu profesión (pues ya te conocen y te tienen confianza, algo importantísimo en esta cultura)

Eso fue hace como 3 meses y medio. Hasta ahora no he conseguido nada, por más que he tenido decenas entrevistas y me he juntado con diferentes contactos que a su vez han movido mi CV entre los suyos.

¿Complicado no?

Claro que hay que entender que siendo Adelaide una ciudad pequeña, no hay tanta demanda de comunicadores o marketeros como en otras zonas de Australia… tanto así que me han dicho en el departamento de inmigraciones de South Australia que ya no están dando facilidades a comunicadores o marketeros para que emigren a esta ciudad – ¡creo que hay sobrepoblación de comunicólogos!

Por otro lado, muchos de los trabajos a los que estaba postulando y me encontraba en la recta final, se encuentran en “stand by” hasta que pase la crisis financiera global. Los trabajos temporales, que eran mi “as bajo la manga”, también han sufrido con esta crisis, y las 8 agencias reclutadoras en las que estoy registrada me comentan que no tienen nada disponible y que tienen a varios candidatos en lista de espera, cuando antes los llamaba un lunes y el martes ya estaba trabajando.

Pero dentro de todo, la ventaja de estar en Australia es que aun haciendo trabajos casuales como de encargada de tienda, telemarketera, de mesera en restaurantes o eventos, acomodando productos en los supermercados, etc., etc., puedes ganar lo suficiente como para pagar tu costo de vida. Es un poco duro empezar de nuevo de cero, pero al menos aquí uno tiene la seguridad que la economía va a estar más o menos estable, y en el mediano plazo las cosas se van a solucionar.

En un momento me tentó la idea de regresar al Perú, puesto que estuve entrevistándome para un puesto que me interesaba mucho, era estable, tenía que ver con relaciones comerciales entre Perú y Australia y sabía que el sueldo iba a ser el suficiente para vivir independientemente y pagar mi préstamo. Lamentablemente al final no salió y… aunque hubiera regresado feliz, quizás no era el momento puesto que hubiera perdido el proceso a la residencia australiana.

Volver al Perú sin estar contratada desde acá es muy arriesgado, a pesar que familiares y amigos me dicen que la situación ha mejorado. No sólo tendría que gastar en mi traslado y cancelar mis cuentas y contratos aquí, si no que hasta que consiga un trabajo en Perú que me permita vivir independientemente y pagar mi préstamo estudiantil (que es elevado para el estándar de vida peruano) pueden pasar meses… Y perdería el proceso a la residencia australiana y toda la inversión que eso representó.

Por lo pronto… sólo queda remar el bote, hacer de mil oficios hasta que salga algo, que estoy segura que en cualquier momento se calman las cosas y la demanda laboral vuelve a sus índices normales.

Eso sí, a las personas que estén por venirse como migrantes, sobre todo a Adelaide, tienen que tomar en cuenta que la situación laboral no está como antes y van a toparse con algunas dificultades. No quiero ser pesimista ni negativa con las personas que están por venir, al contrario, sigo pensando que si las personas desean venir a Australia y tienen los medios, lo deben de hacer pues es un país que ofrece muchas ventajas. Sólo que las reglas de juego han cambiado con la crisis financiera global. Claro que como siempre lo he dicho, depende mucho de la ciudad donde estén planeando venir, de la profesión y del nivel de inglés que tengan. Para los que están pensando en venir, apúrense pues el gobierno Australiano está pensando cambiar las leyes migratorias, reduciendo la entrada de skilled professionals (ver nota aquí).

Ya les estaré contando mis avances y estrategias para conseguir trabajo en posts siguientes.

Aquí los dejo con un videito ochentoso de mi tío Chacalón y la Nueva Crema, la canción "Soy Provinciano"... porque yo: soy una muchacha provinciana(*) que se levanta muy temprano para ir con mis hermanos ayayayayyy a trabajar (...) sólo tiene la esperanza ayayayayyyy de progresar!




(*) DISCLAIMER: En verdad no soy provinciana, si no una pituquita de Miraflores, pero la verdad es que la canción de Tongo no le iba a este post jejeje!

lunes, 8 de setiembre de 2008

Los programas migratorios impulsan la economía australiana

Un reporte de la prestigiosa consultora Access Economics demostró que la migración a Australia tiene un impacto fiscal altamente positivo, y que es un efecto que crece con el tiempo.

El reporte descarta así el mito de que los nuevos inmigrantes representan un gasto para los contribuyentes. Lejos de esto, queda claro en los números relevados que el aporte de los recién llegados son superiores a sus gastos en salud, seguridad y educación, de la misma manera que cualquier ciudadano australiano.

El positivo impacto fiscal de los inmigrantes se hace todavía más evidente en el segmento de los trabajadores calificados, que son el segmento con mejores sueldos y mayor capacidad de consumo dentro de los inmigrantes.

"La realidad es que nuestro programa migratorio es vital para mantener el crecimiento de la economía y a su vez apoyar a los negocios australianos a superar escasez de empleados y talentos", destacó el Senador Chris Evans, Ministro de Inmigración y Ciudadanía. El programa migratorio australiano 2008-09 otorgará un total de 203 mil visas, de las cuales 135.500 serán para el Programa de Migración Calificada, lo que representa un crecimiento del 23% sobre el período 2007-08.